"Paternidad" es la palabra que mejor condensa la experiencia carismática de San Jerónimo. Huérfano desde los 10 años, tras una juventud desordenada vive una experiencia fuerte de conversión. Angustiado por el peso de sus pecados, descubre a los pies de Cristo Crucificado el amor misericordioso y paternal de Dios. Con su amor a los huérfanos, con los cuales quiso "vivir y morir", se convertiría en el mejor testigo de esa paternidad.


La prima comunità a S. Rocco

El verdadero motor de la experiencia espiritual de Jerónimo, nacida en plena reforma católica, es su ardiente deseo de "llevar a la Iglesia al estado de santidad" de las primitivas comunidades cristianas. En ellas se inspiraban las comunidades de huérfanos que él abría. Su celo por la reforma de la Iglesia fue tan intenso que él mismo compuso una oración para pedir por ella, que rezaba y hacía rezar a diario.


Las últimas palabras de Jerónimo, poco antes de morir, son para sus compañeros un testamento que condensa no sólo su experiencia espiritual sino también un verdadero itinerario de vida cristiana:

«Seguid el camino de Cristo Crucificado,
renunciad al mundo,
amaos los unos a los otros,
servid a los pobres».

Una vida de caridad para con los pobres se apoya siempre en una comunidad de hombres o mujeres que viven el mandamiento del amor, teniendo a Dios como único fin y como razón de ser, el amor de Cristo en su máxima expresión: la cruz.